En un análisis del periodista Huchi Lora, se aborda la tragedia ocurrida en San Cristóbal, la cual ha dejado un profundo pesar en la sociedad dominicana. La pérdida de vidas irreemplazables, las heridas y quemaduras sufridas por muchas personas, así como los daños materiales que han dejado a numerosas familias en situación precaria, constituyen aspectos dolorosos de esta calamidad. Sin embargo, en medio de esta lamentable realidad, surge una preocupante certeza: la posibilidad de que eventos similares ocurran nuevamente en el futuro cercano.
Huchi Lora destaca que las explosiones letales se han convertido en un patrón recurrente en la historia reciente del país, manifestándose con un promedio de aproximadamente dos años entre cada incidente.
Ejemplos recientes incluyen la explosión en Copegas en Licey al Medio en 2022, Poliplass en Villas Agrícolas del Distrito Nacional en 2018, Solgas en Los Ríos del Distrito Nacional en 2016 y Gas Mariot en Alma Rosa, Santo Domingo Este, también en 2016. En todos estos casos, una característica común es evidente: la ubicación de instalaciones de gas y depósitos de combustible en zonas altamente pobladas, a pesar de las restricciones legales explícitas.
El lugar donde se ha suscitado la reciente catástrofe es un mercado que data del siglo XIX, construido durante el mandato de Iliseo. Tras el establecimiento de un nuevo mercado y la reubicación de los establecimientos, el antiguo mercado se transformó en un espacio caótico, donde se permitió la instalación desordenada de comercios, sin regulaciones ni normativas claras. Adicionalmente, en dicha área se estableció un depósito de combustible sin cumplir con las mínimas medidas de seguridad y sin una supervisión adecuada.
Ver también: