La tragedia ha llamado a las puertas de Uvalde, en el Estado de Texas. La noche del martes, el nombre de Salvador Ramos, un joven de 18 años, estaba en boca de todos los habitantes de esta comunidad de mayoría latina, a medio camino entre la ciudad de San Antonio y la frontera de México. Dos vecinos hablaban de Ramos frente a la escuela primaria Robb, donde el joven asesinó a 19 niños y dos maestras antes de ser abatido por la policía, en la peor matanza en un colegio en una década. “Era calladito”, contaban.

Según este vecino, era “buena gente”, pero víctima de bullying en el instituto. “Mi hijo me dice que conoce a un muchacho al que le gustaba pegarle”, asegura.