Haití sufre desde hace semanas una escasez de combustible que paraliza a toda la nación y dificulta aún más la vida cotidiana de una población ya duramente golpeada. El país caribeño se encuentra desde los tres últimos años sumido en una grave crisis política, económica y de seguridad, pero la situación dio un giro aún más crítico tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse el pasado 7 de julio.

Los hospitales de Haití se ven obligados de generar su electricidad con gasóleo porque la red eléctrica nacional no es fiable. Pero los grupos armados que azotan a esta nación han bloqueado el acceso a las terminales portuarias que suministran el combustible.

Estos últimos acontecimientos indican el creciente poder de estos grupos fuertemente armados y que este mes secuestraron a 17 misioneros canadienses y estadounidenses, que siguen cautivos hasta la fecha.