En los últimos cinco años, la pobreza y la indigencia se incrementaron en Argentina por efecto de una gama de factores ligados al mundo del empleo: la desocupación, la subocupación, la precarización de las condiciones laborales y las bajas remuneraciones de los trabajadores activos y pasivos, se constituyeron en caldo de cultivo de la nueva pobreza.
El desempleo se transformó en la principal fuente de desigualdad social y pese a los esfuerzos por achatar el índice de desocupación, crece la pobreza que el gobierno se había comprometido a desterrar hace dos años en la Cumbre Social de Naciones Unidas.