Para el otoño de 1937, Trujillo -cuál Herodes- dio la orden de matar a todos los haitianos que se encontraran de manera ilegal en este lado de la isla, un hecho de terror y sangre que se concretó y, cuya mancha, todavía ensombrece a la República Dominicana, 77 años después.

El intelectual José Israel Cuello, que publicó el libro: “Documentos del conflicto dominico-haitiano de 1937”, considera que la matanza fue “un zapatazo” de Trujillo para quitarse presiones que hacían sectores intelectuales y conservadores del país, luego de la firma en 1936 del “Protocolo del Tratado del 29”, un documento que ratificaba los límites de ambos países establecidos en el 1929, durante el gobierno de Horacio Vásquez, pero que agregaba una enmienda, en donde Dominicana cedía el valle de la Miel (al suroeste) a los haitianos, lo cual no cayó bien entre esos grupos.