Las calles de San Juan reflejan el deterioro que ha dejado la crisis económica que afecta a Puerto Rico. En sectores como Río Piedras, el Paseo Don Diego —antes un punto comercial activo y concurrido— luce abandonado, con negocios cerrados y escasa presencia de seguridad. Comerciantes locales afirman que la ausencia de vigilancia y el aumento de vendedores ambulantes han ahuyentado a los clientes, profundizando la caída económica.
El impacto no distingue nacionalidad ni condición social. Dominicanos residentes en la isla también denuncian las dificultades derivadas del endeudamiento acumulado por anteriores administraciones. Según testimonios recogidos, la pérdida de empleos y el cierre masivo de negocios han llevado a muchos a considerar la migración hacia otros estados de Estados Unidos como única alternativa de estabilidad.
La implementación de medidas de austeridad bajo la Junta de Control Fiscal no ha conseguido frenar la sensación de incertidumbre entre la población. Comerciantes aseguran que el desempleo se ha disparado a niveles críticos. Talleres mecánicos y pequeños negocios reportan reducciones drásticas en su personal: de 22 empleados a solo 8 en uno de los talleres, y de 10 a 4 en un rentacar local. La esperanza de una recuperación económica persiste, pero la realidad diaria muestra una crisis que continúa profundizándose.