Las habichuelas con dulce son uno de los postres más representativos y únicos de la gastronomía dominicana. A diferencia de otros países del Caribe, como Cuba, Puerto Rico o Jamaica, este plato se consume exclusivamente en la República Dominicana, especialmente durante la Semana Santa. Su sabor inconfundible y su tradición cultural lo han convertido en un símbolo nacional que une generaciones.

Según registros históricos, los primeros datos sobre este postre se remontan al año 1795, durante la época de dominio francés en Santo Domingo. Se dice que los colonos galos se sorprendieron al ver cómo los dominicanos preparaban frijoles finos y azucarados, costumbre similar a ciertas recetas francesas. Con el tiempo, la mezcla de frijoles, leche y azúcar —acompañada de especias, batata y pasas— evolucionó hasta convertirse en las habichuelas con dulce que conocemos hoy, tras la independencia de 1844.

En Haití y otras islas cercanas no se adoptó esta tradición, ya que el consumo de frijoles dulces era típico de las clases altas francesas que emigraron sin consolidar la costumbre. Además, un manuscrito de la época señala que el postre se preparaba cuatro días antes del Domingo de Ramos, estableciendo así su estrecha relación con las celebraciones religiosas de la Semana Mayor.