Un menor de 12 años, de nacionalidad francesa, enfrenta una dura batalla por su vida y su herencia en La Romana. Padece el síndrome de Marfauri, una rara enfermedad congénita que afecta el corazón y otros tejidos vitales. Aunque heredó una fortuna tras la muerte de sus padres, la disputa legal que mantienen sus tutores impide que acceda a los recursos necesarios para recibir tratamiento en París, donde nació y donde los médicos conocían su historial clínico.
Su abuela materna, con quien reside en una villa deteriorada en Casa de Campo, denuncia que no puede costear los medicamentos ni los servicios básicos del niño, pese a que su nieto posee propiedades valoradas en más de 29 millones de euros distribuidas entre Francia, Estados Unidos, Isla San Martín y República Dominicana. Mientras tanto, la falta de electricidad, atención médica y educación agrava el estado de salud del menor.
El conflicto gira en torno a la tutela legal, disputada entre la abuela y un abogado que alega haber sido designado por la madre antes de fallecer. La ausencia de un Consejo de Familia que resuelva la sucesión mantiene bloqueados los fondos del pequeño, conocido ya como “el niño más rico y triste de República Dominicana”. Los especialistas advierten que, sin una operación urgente en el extranjero, su condición cardíaca podría ser fatal.