Nuevas imágenes submarinas reveladas por las autoridades de Miami confirmaron que el pelotero cubano José Fernández era quien conducía la embarcación al momento del accidente que le costó la vida a él y a dos amigos. El siniestro marítimo ocurrió en septiembre de 2016, cuando el yate impactó violentamente contra un rompeolas en horas de la madrugada. Los investigadores hallaron restos de sangre de Fernández en el volante, prueba clave que determina su responsabilidad en la conducción.

Los informes oficiales detallan que el yate navegaba con las luces interiores encendidas y música de reggaetón a alto volumen, lo que pudo contribuir a la distracción del conductor. Además, el informe toxicológico reveló la presencia de alcohol y cocaína en la sangre del deportista, confirmando que se encontraba bajo los efectos de ambas sustancias al momento del accidente. Estos elementos refuerzan la hipótesis de que el exceso de velocidad y la falta de visibilidad fueron factores determinantes en la tragedia.

El caso de José Fernández, quien era una de las promesas más destacadas del béisbol de las Grandes Ligas, continúa generando conmoción en el ámbito deportivo. Su muerte no solo representó una pérdida humana y profesional significativa, sino también un llamado de atención sobre los riesgos del consumo irresponsable y la conducción temeraria en actividades náuticas.