Desde su silla de ruedas, José de los Santos, conocido cariñosamente como Don Juan, ha demostrado que la verdadera fortaleza no reside en el cuerpo, sino en el espíritu. A sus 77 años, este educador dominicano ha dedicado su vida a formar generaciones completas en la comunidad de Haina, donde su nombre se asocia con respeto, entrega y fe. Su historia comenzó marcada por la polio que lo dejó sin movilidad en las piernas a los siete años, pero lejos de rendirse, convirtió su limitación en una fuente de inspiración para todos.
Con ingenio y determinación, José aprendió distintos oficios para salir adelante: fabricó sogas, escobas y empajó sillas, hasta descubrir su verdadera vocación: la enseñanza. Su pasión por educar lo llevó a alfabetizar a decenas de niños y adultos, contribuyendo al desarrollo social de su comunidad. En 1993, cumplió uno de sus mayores sueños al fundar el Colegio Evangélico Juan XVI, donde se desempeñó como maestro y director, formando a generaciones con valores, disciplina y esperanza.
Hoy, Don Juan continúa desempeñando labores administrativas en su colegio y goza del cariño de su comunidad, que lo reconoce como un símbolo de superación y resiliencia. Su vida, marcada por la humildad y la constancia, demuestra que los sueños no se detienen ante las limitaciones físicas. Su ejemplo recuerda que, cuando se quiere, se puede, y que el verdadero triunfo está en servir, enseñar y dejar huellas imborrables en los demás.