El comediante y ventrílocuo Liondy Ozoria reveló en una íntima entrevista cómo descubrió su talento, hoy reconocido en toda la República Dominicana. Con su característico sentido del humor, contó que su habilidad nació por casualidad, cuando intentaba que la hermanita de su novia lo dejara a solas. “Agarré la cabeza de un muñeco, la puse detrás del mueble y la moví de repente. Cuando vi que ella salió corriendo del susto, entendí que tenía algo especial”, relató entre risas. Ese momento fue el inicio de una carrera artística que comenzó en 2002 y despegó tras ganar el concurso Cuánto Vale el Show en 2003.
Ozoria también recordó sus humildes orígenes en el taller de tapicería de su padre, donde aprendió el oficio antes de dedicarse por completo al arte. Fue precisamente en esa máquina de coser donde dio vida a Ñeñeco, su personaje más icónico, creado con tela, imaginación y perseverancia. “Le cosí todas las partes a mano. Con el tiempo, Ñeñeco fue tomando vida, personalidad y carácter propio. Hoy es parte de mí”, confesó el humorista, quien considera que la ventriloquía es una mezcla de técnica, sensibilidad y conexión emocional con el público.
En su conversación, Liondy también reflexionó sobre la música urbana, un género que dice haber disfrutado en su juventud, pero del cual advierte su impacto social. “Podemos divertirnos sin ser vulgares. No hay que ofender para hacer arte”, expresó. Su historia de superación, disciplina y creatividad inspira a una nueva generación de artistas dominicanos que, como él, buscan abrirse camino desde los barrios con talento y determinación.