El asesinato de los comunicadores Leonidas “Leo” Martínez y Luis Manuel Medina, en plena transmisión de su programa Milenio Caliente, continúa siendo uno de los crímenes más impactantes y enigmáticos de la historia reciente de la República Dominicana. La tragedia ocurrió en San Pedro de Macorís, cuando un hombre identificado como José Rodríguez irrumpió en la emisora y abrió fuego, dejando muertos a los dos locutores y gravemente herida a la secretaria de la estación. Los cuerpos fueron hallados en la cabina y la oficina del director, mientras la transmisión en vivo se interrumpía abruptamente tras los disparos.
Las investigaciones revelaron que Rodríguez mantenía un conflicto con el Consejo Estatal del Azúcar (CEA) por la venta irregular de unos terrenos que había comprado parcialmente para construir una escuela de béisbol. La tierra había sido revendida a terceros, lo que desató su frustración y lo llevó a buscar ayuda en el programa Milenio Caliente, donde ambos comunicadores fungían como mediadores entre la comunidad y las autoridades. A pesar de que el CEA aseguró haberle devuelto el dinero correspondiente, el incidente culminó en una tragedia que evidenció un profundo entramado de corrupción, negligencia institucional y descontrol administrativo.
El caso cerró de forma abrupta con la muerte del presunto asesino, encontrado con un disparo en la cabeza en un solar baldío, en circunstancias poco claras. Para muchos, su fallecimiento fue una salida conveniente que evitó un juicio y dejó más preguntas que respuestas. En San Pedro, la indignación persiste: los habitantes recuerdan a Leo Martínez como un hombre solidario, defensor del pueblo y enemigo de la corrupción, y a Medina como una voz firme de denuncia social. “Les quitaron la vida a dos hombres buenos, pero no podrán borrar lo que representaban”, expresó un oyente en su velorio. La sociedad dominicana aún reclama justicia y una verdad completa sobre un crimen que no solo mató a dos periodistas, sino que también golpeó el derecho a informar.