En Colombia crece la indignación por el caso de María Fernanda Garaizabal, una joven recién graduada de bachillerato que viajó a Houston, Texas, con visa de turista y fue deportada sin explicaciones claras. Tras llegar al aeropuerto, agentes migratorios estadounidenses le confiscaron el celular y la retuvieron por más de diez horas en aislamiento, antes de enviarla de regreso a Colombia. Su padre denunció públicamente el trato inhumano recibido por su hija, a quien solo se le permitió una breve llamada de dos minutos para avisar de su deportación.

La familia afirma comprender las políticas migratorias de Estados Unidos, pero exige un trato digno hacia los viajeros latinoamericanos. Solicitan la creación de un departamento migratorio estadounidense en territorio colombiano que permita revisar posibles incongruencias antes de viajar y así evitar humillaciones. El caso ha generado solidaridad en redes sociales y un amplio debate sobre el respeto a los derechos humanos en los procesos de control fronterizo.

Fuentes extraoficiales aseguran que la decisión se basó en una supuesta declaración de la joven sobre su deseo de estudiar inglés en Estados Unidos, algo que contradecía el propósito de su visa de turista. Expertos en migración reiteran la importancia de responder con precisión sobre los motivos del viaje, ya que cualquier inconsistencia puede ser interpretada como intento de fraude migratorio. El caso de María Fernanda se ha convertido en un símbolo del trato desigual hacia los viajeros latinoamericanos.