La playa de Boca Chica, uno de los balnearios más emblemáticos de República Dominicana, continúa enfrentando una seria crisis ambiental y urbanística pese a los múltiples intentos de rescate. La acumulación de basura, la presencia de negocios informales en la arena y la ocupación desordenada del espacio público han deteriorado su imagen como destino turístico. Aunque sigue siendo un punto de gran atractivo por sus aguas tranquilas y poco profundas, el caos visual y la contaminación amenazan su futuro como uno de los principales destinos costeros del país.
Las autoridades municipales aseguran que trabajan en conjunto con el Ministerio de Turismo y otras instituciones para transformar la zona. El alcalde de Boca Chica explicó que se han reubicado unas 40 casetas de venta y que se construye una plaza comercial para organizar a los vendedores conforme a la Ley 64-00 de Medio Ambiente. Sin embargo, los avances son lentos. Comerciantes que fueron trasladados denuncian condiciones precarias en los espacios provisionales y aseguran que la obra lleva más de dos años en construcción, a pesar de las promesas de finalización en pocos meses.
El proyecto enfrenta además conflictos legales. Propietarios de inmuebles cercanos acusan a las autoridades locales de favorecer a algunos negocios, como el restaurante “Máximo Playa”, que continúa operando dentro del área marítima, en aparente violación de la normativa ambiental. Mientras el caso llega a los tribunales, ambientalistas y residentes reclaman transparencia en la ejecución del proyecto y cumplimiento estricto de las leyes. A pesar de las controversias, las autoridades mantienen su compromiso de transformar Boca Chica en un espacio limpio, ordenado y seguro, capaz de recibir a los más de 120 mil cruceristas que se proyecta visiten la zona en los próximos meses.