Durante su estancia en México, Fidel Castro vivió un romance marcado por la intensidad y la clandestinidad, según el testimonio de una mujer que comparte ahora sus recuerdos ante las cámaras. La entrevistada, identificada como Isabel, relata cómo el entonces joven revolucionario la conoció tras su liberación, la cortejó entre sesiones de planificación revolucionaria y llegó a anunciarle públicamente su intención de casarse, aunque el proyecto político de Castro impedía una vida matrimonial convencional.

La relación, que empezó cuando ella tenía 17 años y él rondaba los 30, estuvo salpicada de episodios dramáticos: custodias, amenazas de las fuerzas de Batista y un secuestro que la dejó desvanecida y que la entrevistada atribuye a una ofensiva contra Castro. También recuerda el día en que debía celebrarse la boda —con juez, vestidos y anillos listos— y cómo ella decidió no presentarse, presionada por la familia y por la cúpula revolucionaria, incluido el rechazo del Che a la unión por considerarla un punto débil para la causa.

Años después, ya periodista y tras visitar Cuba, Isabel volvió a reencontrarse con Castro en circunstancias íntimas y cargadas de nostalgia; sin embargo, mantiene que no se arrepintió de haber puesto distancia entonces. Su relato aporta una dimensión humana al líder histórico: un hombre dividido entre el fervor político y las pasiones personales, cuyo destino íntimo quedó subordinado a la revolución.