El jefe de editores del Listín Diario, Juan Salazar, sorprendió con un arriesgado reportaje estilo reality show. El comunicador se hizo pasar por un hombre en situación de calle y con apariencia de “loco” para experimentar en carne propia el trato que reciben los más humildes y marginados en la sociedad dominicana.
El resultado fue un relato crudo de discriminación y desprecio. Salazar narró cómo fue expulsado incluso de las instalaciones del propio periódico, donde los guardianes no lo reconocieron y lo sacaron sin miramientos. En las calles, recibió indiferencia, insultos y rechazo, salvo por dos gestos de solidaridad: un vendedor haitiano que le compartió fritos verdes con salami y un predicador evangélico que lo ayudó cuando amaneció tirado en la basura.
La experiencia, que causó impacto entre lectores y televidentes, expuso de forma directa la dura realidad de quienes viven en condiciones de abandono. El ejercicio periodístico, aunque polémico, puso sobre la mesa un debate urgente: el estigma contra los enfermos mentales y los pobres, y la falta de políticas efectivas para su dignidad y protección.