El presidente Donald Trump ha generado controversia al mostrar su preferencia por no residir a tiempo completo en la Casa Blanca. Aunque esta mansión histórica simboliza el poder y la tradición política de Estados Unidos, Trump ha optado por permanecer gran parte del tiempo en su lujoso penthouse de la Torre Trump, ubicado en la Quinta Avenida de Nueva York. Su apartamento, valuado en más de 100 millones de dólares, está adornado con puertas bañadas en oro, frescos de estilo europeo y vistas exclusivas de Manhattan.
La decisión, sin embargo, no ha sido del agrado de todos. Los vecinos de la zona se quejan de la constante presencia de agentes del Servicio Secreto, bloqueos de calles y retenes que han transformado el emblemático edificio en una fortaleza. Esta situación ha causado malestar entre los neoyorquinos, quienes denuncian afectaciones a la movilidad y al comercio local. La medida marca un contraste con la costumbre de otros mandatarios, que solían instalarse de inmediato en la Casa Blanca con sus familias.
Si bien Trump podría dividir sus semanas entre Washington y Nueva York, su postura no sería inédita en el panorama internacional. Líderes como Justin Trudeau en Canadá o el Papa Francisco también rechazaron residencias oficiales, alegando razones prácticas o personales. Mientras tanto, la opinión pública estadounidense espera una declaración definitiva sobre cómo se adaptará el presidente y su familia a la convivencia entre lujo privado y el deber institucional.