Un tribunal de Ottawa declaró culpable a Leston Lawrence, trabajador de la Real Casa de la Moneda de Canadá, acusado de contrabando tras descubrirse que durante meses robó discos de oro de alto valor. Lo insólito del caso es que el empleado burló los sistemas de seguridad ocultando las piezas en su ano.

La investigación determinó que Lawrence logró sacar de la institución una suma total valorada en 122.500 dólares estadounidenses. Su labor consistía en purificar los discos de oro antes de que fueran acuñados, lo que le facilitaba el acceso directo al material. El sistema de control no detectó en varias ocasiones la maniobra, permitiéndole trasladar el metal precioso a su vivienda.

El fraude fue descubierto cuando un banco reportó movimientos inusuales: cheques expedidos de manera constante por un comprador de oro. Posteriormente, los investigadores hallaron en su casillero una caja de vaselina y guantes de látex, artículos que utilizaba para llevar a cabo el singular método de contrabando.