La crisis sociopolítica de Venezuela continúa empujando a miles de ciudadanos a abandonar su país en busca de mejores condiciones de vida. República Dominicana se ha convertido en uno de los destinos de acogida, lo que mantiene en alerta a las autoridades migratorias. En las calles de la capital y en distintas ciudades, venezolanos profesionales y emprendedores se ven obligados a desempeñarse en trabajos informales para garantizar el sustento diario.

Cris Nathalie Quiroga, quien en Venezuela se desempeñaba como enfermera de producción, ahora vende jugos típicos de su país en Villa Mella, a 25 pesos por vaso. Llegó hace cinco meses con su hija recién nacida y asegura que, aunque ha recibido ofertas de empleo en su área, no puede aceptarlas debido a su estatus migratorio irregular. Su caso refleja la dificultad de muchos migrantes para ejercer sus profesiones en territorio dominicano.

Por otro lado, Sara Ramírez, peluquera, logró establecerse en el sector belleza apenas semanas después de su llegada, aunque decidió renunciar para cuidar a su hija recién llegada al país. Ambas, pese a sus distintas experiencias, coinciden en la necesidad de regularizar su situación en República Dominicana, un país que valoran pero donde enfrentan grandes retos, mientras mantienen la esperanza de un futuro más estable para sus familias.