Entre las múltiples propiedades que conforman el vasto patrimonio de Juan Gabriel, una destaca por su historia y misticismo: la Casa Dorada en Cancún. Ubicada cerca del exclusivo New House Resort de la Riviera Maya, esta mansión de más de 12 hectáreas fue construida hace una década a la medida de sus gustos. Valuada en más de 8 millones de dólares, la residencia cuenta con un teatro de 100 butacas, caberinos, un estudio de grabación y jardines diseñados con esmero, en donde además levantó un criadero de tortugas como gesto de preservación ambiental.

La mansión refleja la fusión cultural que definió al “Divo de Juárez”: cocinas con mosaicos artesanales de cristal triturado que evocan a México, terrazas con vistas al lago, esculturas hindúes como Ganesha y Buda, y un rincón dedicado al zodíaco chino. Este espacio se convirtió en refugio creativo y espiritual, lugar donde nacieron sus últimos discos y varios de los famosos duetos que grabó en la última etapa de su vida. La privacidad de Cancún, donde evitaba el asedio que sufría en otras ciudades, le permitió compartir momentos más íntimos y cómodos.

Conocida como su residencia favorita, la Casa Dorada fue escenario de memorias entrañables junto a su círculo más cercano, incluido Yazdebael, a quien Juan Gabriel consideraba de sus consentidos. Allí lo fotografiaron en desayunos, caminatas playeras y veladas de cine en su propio teatro. Aunque el artista repartía su tiempo entre diferentes ciudades, fue Cancún el espacio donde más disfrutó su vida personal, rodeado de símbolos, naturaleza y la tranquilidad que le ofrecía el mar Caribe.