La discriminación por el cabello rizo sigue siendo una realidad en República Dominicana, pese a que estudios confirman que casi la mitad de la población posee origen africano en su ADN. Casos recientes, como el de Fátima González, a quien se le negó una beca por llevar su pelo natural, han reavivado el debate sobre los prejuicios que persisten en escuelas, trabajos y espacios públicos.
En un conversatorio con líderes de la comunidad afrodescendiente y activistas, se expusieron experiencias de jóvenes y adultos que han sufrido rechazo por optar por un estilo natural. Iniciativas como Quisqueya Natural, Vivir con Afro y Afro de Gala han surgido para educar, orientar y fomentar el orgullo por el cabello rizado. Estas plataformas no solo promueven el cuidado del pelo, sino también el amor propio y la aceptación de la diversidad cultural dominicana.
Los testimonios resaltan que la presión no proviene únicamente de instituciones, sino también del entorno familiar y social, que aún responde a estándares de belleza eurocéntricos. Sin embargo, cada vez más personas están desafiando esos estigmas, defendiendo que el afro y el rizo no son una moda ni una rebeldía, sino una expresión legítima de identidad y herencia.