La designación del coronel Carlos M. Martínez como nuevo comandante de la Policía Nacional en Bávaro, Punta Cana, ha generado una fuerte división entre comerciantes y miembros de la sociedad civil. Mientras un sector lo acusa de afectar la actividad económica nocturna, otro lo respalda por sus medidas firmes contra la delincuencia. El oficial ha implementado controles estrictos para reducir delitos como robos, prostitución y contaminación sónica, lo que ha provocado reacciones encontradas.
Entre las acciones más polémicas se encuentran el cierre de negocios con música alta pasada la medianoche, la detención de trabajadoras sexuales y la recuperación de motocicletas utilizadas en asaltos. Estas medidas han sido rechazadas por pequeños empresarios que ven en ellas una amenaza a su sustento, pero aplaudidas por vecinos que aseguran sentirse más seguros y respaldados por la autoridad.
Organizaciones comunitarias, presidentes de juntas de vecinos y ciudadanos han enviado una carta al jefe de la Policía Nacional solicitando que Martínez continúe en su cargo. Aseguran que sus acciones han devuelto la esperanza a un destino turístico que había sido golpeado por la inseguridad. La disputa pone de manifiesto el reto de equilibrar el desarrollo económico con la seguridad ciudadana.