Lo que comenzó como una celebración en la Noche Latina de la discoteca Pulse en Orlando se transformó en una de las peores tragedias en la historia de Estados Unidos. Omar Mateen abrió fuego con armas automáticas, asesinando a 49 personas y dejando más de 50 heridos. El atacante, que se atrincheró en los baños del club mientras mantenía a decenas de rehenes, llamó al servicio de emergencia tres veces y juró lealtad al grupo terrorista ISIS antes de ser abatido por la policía.
El operativo de rescate incluyó una explosión controlada para abrir un hueco en la pared y liberar a los sobrevivientes. Testigos describen escenas de terror y desesperación, mientras algunos familiares aún buscan respuestas. La mayoría de las víctimas eran de origen hispano, principalmente puertorriqueños, además de mexicanos, guatemaltecos y venezolanos, lo que ha golpeado duramente a la comunidad latina en Estados Unidos.
El FBI continúa investigando los vínculos de Mateen con el extremismo islámico. Aunque no hay evidencia de que el ataque fuera ordenado desde el extranjero, las autoridades creen que fue inspirado por ideologías radicales. Su ex esposa describió al atacante como violento y controlador, mientras que sus colegas lo recordaron como un hombre de carácter explosivo. La tragedia ha dejado una profunda herida en Orlando y un llamado urgente a la prevención de crímenes de odio.