Su misión era comprobar el consumo de energía de las luces del Museo Rodin, que depende del Museo de Arte de Filadelfia. Para eso se subió al techo, que era de vidrio, asumiendo que cumplía con las medidas de seguridad habituales en este tipo de instituciones. Pero no fue el caso.

El 26 de noviembre de 2012, Phani Guthula cayó 11 metros y medio y aterrizó en el piso de una de las salas. Sufrió decenas de fracturas desde la cabeza hasta los dedos de los pies. Para salir adelante debió someterse a 15 cirugías y pasó casi dos meses internado en un hospital. Deberá recibir atención médica especializada durante el resto de su vida.

Poco después del accidente inició una batalla legal con el museo para recibir una indemnización que repare en algo todos los daños que sufrió. Esa lucha concluyó el pasado viernes 6, cuando los abogados de ambas partes llegaron a un acuerdo por el cual él recibirá 7,25 millones de dólares.

Los representantes legales de Guthula emitieron un comunicado en las últimas horas en el que brindaron algunos detalles de lo ocurrido. Entre otras cosas, acusaron al museo de no ocuparse bien de su cliente después de la caída. Y retrataron lo que vivió en estos casi cuatro años como “un infierno”.