La abstención electoral en República Dominicana se ha mantenido como un fenómeno persistente en las últimas décadas. En el año 2004, un 27% de los ciudadanos inscritos en el padrón no acudió a votar, cifra que aumentó a 29% en 2008 y alcanzó un 29.77% en 2012. Para los próximos comicios del 15 de mayo, los politólogos César Cuello y Freddy Ángel Castro advierten que ese patrón podría repetirse o incluso incrementarse, situando la abstención como un elemento estructural del sistema electoral dominicano.

Las razones detrás de esta apatía son múltiples. Entre ellas destacan la falta de propuestas creíbles por parte de los partidos políticos, la desconexión entre candidatos y ciudadanía, y factores ideológicos o religiosos, como en el caso de los testigos de Jehová, quienes no participan en procesos electorales por convicción doctrinal. “El liderazgo no encanta porque se cansa de promesas inconclusas”, explican los expertos. A esto se suma un creciente desencanto social, donde muchos electores sienten que las elecciones no cambian sus condiciones de vida.

Más de un millón de ciudadanos registrados optan por no votar en cada ciclo electoral, lo que plantea interrogantes sobre la legitimidad y representatividad de los gobiernos elegidos. En un país donde la política se percibe cada vez más alejada de las necesidades cotidianas, el desafío de motivar al votante se convierte en una urgencia democrática. La pregunta clave permanece: ¿piensan realmente votar los ciudadanos en las próximas elecciones presidenciales, congresuales y municipales?