Un joven de apenas 16 años perdió la vida tras recibir cinco impactos de bala por parte de agentes policiales que lo vinculaban con múltiples robos y asaltos en la zona norte de Santiago, específicamente en las proximidades de Las Colinas. Aunque el adolescente llegó con vida al hospital José María Cabral y Báez, no sobrevivió a las heridas. La familia aún no ha recibido el cuerpo, ya que las autoridades exigen una autopsia para completar el protocolo forense.

En medio del dolor, la madre del joven ofreció unas declaraciones que han tocado la sensibilidad de muchos. Con honestidad cruda, reconoció que su hijo se dedicaba al robo, y lamentó profundamente que nunca escuchara sus consejos. “Ojalá algún menor me esté escuchando. Esto puede ser su espejo mañana”, advirtió entre lágrimas, enviando un mensaje directo a los jóvenes que optan por la delincuencia como modo de vida. Para ella, el amor de madre persistía, pero el descontrol del muchacho terminó conduciéndolo a un trágico final.

La comunidad, aún consternada por lo sucedido, se divide entre quienes entienden el accionar policial y quienes cuestionan el uso letal de la fuerza contra un menor de edad. Mientras tanto, el caso reabre el debate sobre la delincuencia juvenil, la eficacia de los métodos policiales y la responsabilidad social en la formación de adolescentes en contextos vulnerables.