En un reciente reportaje de Zona 5, se reavivó el eterno debate sobre la vida extraterrestre con el caso de Luz T. Viola, una dominicana que afirma tener contacto frecuente con seres de otros mundos. Según sus declaraciones, estas entidades no solo se comunican telepáticamente, sino que también le han transmitido mensajes espirituales vinculados con la evolución de la humanidad y un estilo de vida armónico para acceder a una nueva dimensión. Su libro Tesoros y Secretos recopila estos encuentros, mezclando elementos del cristianismo, la psicografía automática y conceptos energéticos que, según ella, son esenciales para el futuro del planeta.
Las imágenes descritas por Viola parecen sacadas de una novela de ciencia ficción: seres de piel escamosa, niños risueños de otra galaxia y “intraterrenos” que vivirían debajo de la Tierra. Para algunos estudiosos como Ángel Luis Fernández, estos relatos no solo son verosímiles, sino que representan una verdad ancestral. Él sostiene que estos seres han estado presentes desde la creación y son guardianes del equilibrio planetario. Sin embargo, líderes religiosos como el pastor Víctor Medina rechazan categóricamente estas afirmaciones, apelando a las escrituras bíblicas como única fuente válida de conocimiento sobre la creación y el cosmos.
El fenómeno de los contactos extraterrestres no es exclusivo de República Dominicana. En países como Estados Unidos, India o Egipto, la creencia en vida fuera de la Tierra ha sido ampliamente difundida, ya sea por fenómenos culturales o por supuestas evidencias registradas por ufólogos. Uno de ellos, el puertorriqueño Reynaldo Ríos, afirma haber captado imágenes de un alienígena en suelo dominicano, específicamente en Los Indios, provincia de Espaillat. Aunque muchos insisten en catalogar estos relatos como pseudociencia, el impacto cultural y mediático de testimonios como el de Viola no deja de sembrar dudas en una sociedad que busca, entre el escepticismo y la fe, respuestas a lo desconocido.