A solo semanas de iniciado el año escolar, la alimentación en las escuelas de tanda extendida se ha convertido en una seria preocupación nacional. Diversos casos de intoxicación y denuncias por la mala calidad de los alimentos suministrados por el Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil (INABIE) han encendido las alarmas en comunidades educativas de todo el país. Estudiantes, padres y docentes coinciden en que el desayuno, el almuerzo y la merienda que se sirven en los centros escolares son deficientes, provocan malestares estomacales, y en algunos casos, contienen alimentos en estado de descomposición.
Las cifras hablan por sí solas: en solo un mes, se han registrado varios brotes de intoxicación, entre ellos uno que afectó a 134 estudiantes y 43 adultos en Luperón, Puerto Plata, y otro en Baitoa, Santiago, donde se intoxicaron 23 niños y una empleada tras ingerir el desayuno escolar. Las quejas van desde leche que causa dolor estomacal hasta porciones mínimas e insalubres de comida. Un video viral mostró a un estudiante mostrando un gusano dentro de un trozo de tallota, mientras que otros denuncian alimentos fríos, mal cocidos y servidos en condiciones antihigiénicas.
Aunque el gobierno asignó más de 11 mil millones de pesos al INABIE para garantizar una alimentación digna, numerosas licitaciones públicas han favorecido a suplidores sin experiencia, presuntamente vinculados a figuras del partido oficialista. Cocinas como la del restaurante La Plaza del Pollo, con tres años supliendo almuerzo escolar, operan con estufas oxidadas, pisos sucios y techos con filtraciones. A pesar de los protocolos establecidos y las visitas sorpresa anunciadas por el INABIE, la realidad en muchas escuelas es desoladora. Los estudiantes no solo aprenden con hambre, sino que corren riesgos de salud que evidencian una falla estructural en el sistema que prometía garantizar su bienestar.