Pedro Martínez no olvida de dónde viene. Con cada palabra y cada gesto, recuerda los días de escasez en el sector Mano Guayabo, donde forjó su carácter antes de conquistar el montículo. Su exaltación al Salón de la Fama representa más que un logro personal: simboliza el triunfo de miles de jóvenes latinoamericanos que, como él, emergen desde la humildad con un talento que trasciende cualquier estadística o prejuicio.
En contraste con este momento de gloria para el béisbol latino, una sombra intentó opacarlo la semana pasada. El comentarista deportivo Colin Cowherd fue despedido tras declarar que “un tercio de los peloteros de Grandes Ligas vienen de un país con bajo nivel académico”, en referencia a la República Dominicana. Sus palabras, aunque para algunos no del todo inexactas, fueron tachadas de insensibles y desacertadas. No era su turno de hablar.
Este es el tiempo de celebrar a la República Dominicana, de honrar a quienes, con o sin títulos académicos, han dejado huella en la historia del deporte. Como expresó Pedro, con la serenidad de quien ya hizo su parte: “Cuando él alcance el nivel donde estamos nosotros, los que carecemos de educación, que llegue aquí… Pero lamentablemente, no hay tiempo para él”.



