Altagracia Salazar: “síndrome del país joven, se quiere rápido o no se quiere” | Sin Maquillaje   

 

Ocho empleados de la Lotería Nacional cometieron un fraude en un sorteo por el que fueron condenados a penas de hasta ocho años de prisión, pero el MP no pudo probar que el jefe participó o por lo menos que lo sabía.

En cuatro líneas ese es el dictamen de las juezas del segundo tribunal colegiado en relación con la llamada operación trece.

La reacción del magistrado Wilson Camacho es conocida de antemano: En República Dominicana es necesario sobre probar los casos de corrupción y por eso tenemos juicios preliminares agotadores en los que pareciera que se está conociendo el fondo y solo estamos hablando de las pruebas.

La verdad es que jueces, ministerio público e incluso la sociedad preocupada por estos temas estamos en un proceso de aprendizaje. El kíndergarden de los juicios por corrupción. El antecedente anterior inmediato es el caso Odebrecht, que fue preparado para que no avanzara y así lo hizo constar la hoy procuradora Miriam Germán.

Antes de Odebrecht, Participación Ciudadana recoge 297 denuncias de corrupción, de la que solo 5 fueron a tribunales y en un caso hubo una condena. Se trató de un alcalde de una lejana comunidad fronteriza.

Quien no maneja ese antecedente no entiende en su justa dimensión lo que está pasando en este momento. Yo no sé que porcentaje es 297 a cinco y menos 297 a uno. Si lo redondeamos en 300. La jurisprudencia conocida contra la corrupción ha sido exitosa en un 0.001%.

Tenemos el síndrome del país joven, aquí todo se quiere rápido o no sé quiere. Por eso fue posible un fraude como el de la operación trece. Si usted recuerda lo que dice el expediente a los pocos días de llegar a la lotería ya el grupo estaba organizando su negocio.

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