El comunicador Manuel Cruz expresó su preocupación por las campañas de descrédito que afectan a figuras públicas, enfatizando que “nadie tiene derecho a coger una persona y acabarle la carrera”. Cruz destacó la necesidad de preservar la integridad y el respeto hacia los profesionales, independientemente de las diferencias ideológicas.

Cruz subrayó que las críticas deben centrarse en los argumentos y no en ataques personales que puedan destruir la trayectoria de un individuo. Desde el primer día usted actuó con desdén hacia las críticas”, comentó, haciendo referencia a actitudes que desestiman el debate constructivo.

Estas declaraciones surgen en un contexto donde el ambiente político y mediático en la República Dominicana se ha vuelto cada vez más polarizado, y donde las campañas de difamación han cobrado protagonismo. Cruz hizo un llamado a la reflexión sobre la importancia de mantener un discurso respetuoso y centrado en propuestas, evitando caer en prácticas que puedan dañar irreparablemente la reputación de las personas.

También instó a los medios de comunicación y a la ciudadanía en general a fomentar un clima de respeto y tolerancia, recordando que la democracia se fortalece con el intercambio de ideas y no con la descalificación personal.

En su intervención, Manuel Cruz también criticó el uso irresponsable de plataformas digitales y medios tradicionales para lanzar acusaciones sin fundamento, señalando que este tipo de prácticas no solo afectan al individuo señalado, sino que también erosionan la credibilidad de las instituciones y la confianza del público en la política. “Hoy es uno, mañana puede ser cualquiera de nosotros. Esto no es democracia, es linchamiento mediático”, expresó con firmeza.

Asi mismo, llamó a las autoridades y a los líderes de opinión a asumir una postura ética frente a este fenómeno, promoviendo el respeto a la dignidad humana y a los derechos fundamentales. Cruz consideró que el país necesita elevar el nivel del debate político, enfocándose en ideas y propuestas en lugar de escándalos y ataques personales. “Destruir la imagen de alguien no puede convertirse en estrategia política”, concluyó.