La comunidad de Bayaguana se vio envuelta en protestas y tensiones en el Palacio de Justicia luego del asesinato del regidor Renato Castillo y las acusaciones contra el síndico Nelson Sosa. En un ambiente cargado de emociones, docenas de personas, principalmente partidarios del regidor fallecido, se congregaron en la Charles de Gaulle con pancartas, mientras la policía armada vigilaba la situación desde la isleta central de la avenida.

En el interior del Palacio de Justicia, el ambiente era aún más tenso, con un fuerte olor a quemado y expedientes esparcidos por el suelo. Se destacaba la presencia de camarógrafos y un vigilante privado, mientras en el patio del furgón de medidas de coerción se evidenciaba la indolencia del sistema judicial.

El traslado de los acusados, incluido el síndico, hacia la cárcel de San Pedro, fue un proceso rodeado de abogados buscando clientes, policías armados y detalles como el servicio de frutas que ofrecía un policía por cincuenta pesos. La viuda del regidor asesinado, en un estado de desamparo, observaba desde una silla plástica junto al baño del furgón, mientras los sicarios contratados permanecían en la celda.

A pesar de la espera y la incertidumbre, la confianza en la justicia persistía entre algunos presentes. Sin embargo, las horas pasaban y la situación seguía sin resolverse, con la llegada de un flamante alcalde, Nelson Sosa, quien finalmente se encaminó hacia la sala de audiencias bajo la atenta mirada de los presentes.

La espera se prolongaba, con el cielo oscureciendo y la brisa congelando a quienes aguardaban afuera. Finalmente, el oficial ordenó que trajeran al diputado, marcando el inicio de una nueva fase en este drama judicial que mantenía en vilo a toda la comunidad.